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Nens i nenes!!! Aquí teniu una breu història de qui va ser un dels més grans escriptors de l'època victoriana. No deixeu de demanar que os expliquin coses sobre els seus personatges...


Charles Dickens
Grandes Esperanzas
CAPITULO I



Como mi apellido es Pirrip y mi nombre de pila Felipe, mi lengua infantil, al querer pronunciar ambos
nombres, no fue capaz de decir nada más largo ni más explícito que Pip. Por consiguiente, yo mismo me
llamaba Pip, y por Pip fui conocido en adelante.
Digo que Pirrip era el apellido de mi familia fundándome en la autoridad de la losa sepulcral de mi padre
y de la de mi hermana, la señora Joe Gargery, que se casó con un herrero. Como yo nunca conocí a mi
padre ni a mi madre, ni jamás vi un retrato de ninguno de los dos, porque aquellos tiempos eran muy
anteriores a los de la fotografía, mis primeras suposiciones acerca de cómo serían mis padres se derivaban,
de un modo muy poco razonable, del aspecto de su losa sepulcral. La forma de las letras esculpidas en la de
mi padre me hacía imaginar que fue un hombre cuadrado, macizo, moreno y con el cabello negro y rizado.
A juzgar por el carácter y el aspecto de la inscripción «También Georgiana, esposa del anterior» deduje la
infantil conclusión de que mi madre fue pecosa y enfermiza. A cinco pequeñas piedras de forma romboidal,
cada una de ellas de un pie y medio de largo, dispuestas en simétrica fila al lado de la tumba de mis padres
y consagradas a la memoria de cinco hermanitos míos que abandonaron demasiado pronto el deseo de vivir
en esta lucha universal, a estas piedras debo una creencia, que conservaba religiosamente, de que todos
nacieron con las manos en los bolsillos d e sus pantalones y que no las sacaron mientras existieron.
Éramos naturales de un país pantanoso, situado en la parte baja del río y comprendido en las revueltas de
éste, a veinte millas del mar. Mi impresión primera y más vívida de la identidad de las cosas me parece
haberla obtenido a una hora avanzada de una memorable tarde. En aquella ocasión di por seguro que aquel
lugar desierto y lleno de ortigas era el cementerio; que Felipe Pirrip, último que llevó tal nombre en la
parroquia, y también Georgiana,  esposa del anterior, estaban muertos y enterrados; que Alejandro,
Bartolomé, Abraham, Tobias y Roger, niños e hijos de los antes citados, estaban también muertos y
enterrados; que la oscura y plana extensión de terreno que había más allá del cementerio, en  la que
abundaban las represas, los terraplenes y las puertas y en la cual se dispersaba el ganado para pacer, eran
los marjales; que la línea de color plomizo que había mucho mas allá era el río; que el distante y salvaje
cubil del que salía soplando el viento era el mar, y que el pequeño manojo de nervios que se asustaba de
todo y que empezaba a llorar era Pip.
- ¡Estáte quieto! - gritó una voz espantosa, en el momento en que un hombre salía de entre las tumbas por
el lado del pórtico de la iglesia -. ¡Estáte quieto, demonio, o te corto el cuello!
Era un hombre terrible, vestido de basta tela gris, que arrastraba un hierro en una pierna. Un hombre que
no tenía sombrero, que calzaba unos zapatos rotos y que en torno a la cabeza llevaba un trapo viejo. Un
hombre que estaba empapado de agua y cubierto de lodo, que cojeaba a causa de las piedras, que tenía los
pies heridos por los cantos agudos de los pedernales; que había recibido numerosos pinchazos de las ortigas
y muchos arañazos de los rosales silvestres; que temblaba, que miraba irritado, que gruñía, y cuyos dientes
castañeteaban en su boca cuando me cogió por la barbilla.
- ¡Oh, no me corte el cuello, señor! - rogué, atemorizado-. ¡Por Dios, no me haga, señor!
- ¿Cómo te llamas? - exclamó el hombre -. ¡Aprisa!
- Pip, señor.
- Repítelo - dijo el hombre, mirándome -. Vuelve a decírmelo.
-Pip, Pip, señor.
- Ahora indícame dónde vives. Señálalo desde aquí.
Yo indiqué la dirección en que se hallaba nuestra aldea, en la llanura contigua a la orilla del río, entre los
alisos y los árboles desmochados, a cosa de una milla o algo más desde la iglesia.
Aquel hombre, después de mirarme por un momento, me cogió y, poniéndome boca abajo, me vació los
bolsillos................

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